La escasez de agua está redefiniendo el mapa hídrico europeo. Aunque tradicionalmente se asocian a lluvias abundantes, países como Irlanda y Francia se enfrentan a crecientes dificultades para garantizar un suministro adecuado de agua potable de calidad. El cambio climático, unas infraestructuras envejecidas y una demanda en aumento están llevando al límite la capacidad de los operadores.
Dublín, con más de dos millones de habitantes, es un buen ejemplo: como muchas ciudades con redes antiguas, sufre pérdidas por fugas mientras intenta gestionar el suministro desde un sistema fluvial cada vez más presionado. Algo similar ocurre en la región de París, donde, a pesar de registrar niveles de fuga inferiores a la media mundial, el riesgo de sequía se incrementa año tras año.
Hoy, tecnologías innovadoras basadas en sensores y análisis con inteligencia artificial están ayudando a los principales operadores europeos a combatir esta crisis mediante la detección precisa de fugas, abriendo una vía real hacia la seguridad hídrica en un contexto climático incierto.
Más del 40 % de Europa sufre algún tipo de escasez hídrica, según el último informe del Observatorio Europeo de la Sequía. Incluso países tradicionalmente considerados ricos en agua, como Irlanda y Francia, se ven ahora ante un panorama complejo. En el caso de Dublín, por ejemplo, la mayor parte del agua potable proviene del río Liffey, pero más del 30% se pierde antes de llegar al grifo. Mientras tanto, la OCDE advierte de que la región de París está cada vez más expuesta al riesgo de sequía, tras las restricciones impuestas en 2018 y los déficits récord de suministro registrados en 2022.
Ante este escenario, operadores europeos como Uisce Éireann (la empresa nacional irlandesa del agua) y SEDIF (el mayor servicio público de agua de Francia) están recurriendo a tecnologías innovadoras impulsadas por inteligencia artificial para combatir las fugas en las redes de suministro.
Una Europa cada vez más seca
Un informe reciente del Observatorio Europeo de la Sequía reveló que, entre el 11 y el 20 de mayo de 2025, más del 41% del continente se encontraba en situación de sequía. Esta condición ya no se limita a los focos tradicionales, sino que afecta a países y regiones que históricamente se consideraban seguras en cuanto a disponibilidad de agua, como Polonia, Ucrania, Francia o Alemania. Este cambio refleja cómo el clima está transformando la disponibilidad hídrica en Europa.
Irlanda: un país lluvioso con escasez de agua
Aunque Irlanda no está oficialmente en sequía, aunque una reciente racha seca la colocó en la lista de alerta del Observatorio Europeo de la Sequía, sufre una escasez de agua que dificulta mantener el equilibrio entre oferta y demanda. Este fenómeno se debe al cambio en los patrones de lluvia, más precipitaciones en invierno y menos en verano, sumado al desequilibrio geográfico: la mayor parte de la lluvia cae en la costa oeste, mientras que la demanda se concentra en el este, más seco.
A principios de mayo, Uisce Éireann emitió su orden de conservación/ahorro de agua más temprana registrada hasta la fecha. La ciudad de Dublín, ubicada en la costa oriental, concentra más de una cuarta parte de la población nacional, lo que genera una enorme presión sobre el suministro. Hasta el 80% del agua potable de la ciudad proviene del río Liffey, un porcentaje que aumenta aún más si se considera toda el área metropolitana de Dublín. Esta fuerte dependencia convierte a la región en vulnerable frente a episodios de sequía o contaminación.
“Con sus 132 km, probablemente sea uno de los ríos más importantes del país en términos de abastecimiento de agua”, explica Alan Milton, responsable de gestión de redes en Uisce Éireann. “Suministra agua potable a dos millones de personas en el área de Gran Dublín, además de a muchas industrias. Es un recurso vital que tenemos que proteger para garantizar un suministro sostenible”. Cinco veces más agua se extrae del Liffey que de cualquier otro río en Irlanda.
Nautilus: detección y diagnóstico simultáneos
Según las previsiones de Uisce Éireann, el área metropolitana de Dublín necesitará un 34% más de agua para 2044 debido al crecimiento económico, demográfico y al impacto del cambio climático. Las principales ciudades del país, como Dublín y Cork, siguen utilizando infraestructuras de suministro de agua construidas en el siglo XIX. Hoy en día, más del 30% del agua tratada se pierde antes de llegar a los hogares a causa de fugas en las tuberías.
En un país con abundancia hídrica, esta pérdida sería un problema. En un contexto de escasez, se convierte en una urgencia. Sin embargo, identificar que hay una fuga y más aún localizarla resulta una tarea compleja. Las tuberías se extienden por miles de kilómetros, muchas veces por zonas remotas o de difícil acceso. Tras años de mejoras, el margen de actuación se ha reducido y los retos aumentan.
“Estamos en ese punto en el que, una vez alcanzado el 30-33% de reducción, avanzar más se vuelve mucho más difícil”, comenta Milton. “Es como dice el refrán: ‘lo que te trajo hasta aquí no te llevará más lejos’. Por eso sabíamos que teníamos que hacer algo diferente”.
Preparados para la guerra contra las fugas
Con el objetivo de seguir reduciendo las pérdidas, Uisce Éireann inició una búsqueda activa de socios y tecnologías innovadoras. Una de sus últimas colaboraciones es un proyecto de reposición con la empresa española de tecnología del agua Aganova, en alianza con Suez y Microsoft, en línea con el objetivo de esta última de ser positiva en agua para 2030.
La red de distribución en el área metropolitana de Dublín cuenta con unos 10.000 km de tuberías, de los cuales 2.500 son grandes conducciones (troncales). El proyecto se centró exclusivamente en estas últimas, priorizando las zonas con mayores niveles de fuga.
“Tenemos objetivos muy ambiciosos: reducir las pérdidas al 20% en Dublín y al 25% a nivel nacional para 2030”, afirma Milton. “Para lograrlo, necesitamos apostar por tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial. Es parte de lo que llamamos nuestra ‘guerra contra las fugas’”.
Reposición en el área de Dublín
“Tenemos metas importantes y Aganova y Suez aportan las tecnologías necesarias. La alianza fue un encaje perfecto para llevar adelante un proyecto de reposición en el área de Dublín”, añade Milton.
Actualmente, Uisce Éireann extrae 600 millones de litros diarios del Liffey para abastecer a la región. Si se logra reducir el agua que se pierde por fugas, se podrá disminuir también la cantidad extraída del río, lo que mejora la sostenibilidad general del sistema.
El proyecto emplea el sistema Nautilus de Aganova, que permite detectar fugas con gran precisión y evaluar el estado de las tuberías troncales desde su interior. “En este proyecto, Aganova se centra exclusivamente en tuberías de gran diámetro”, explica Marcos Barrera, CEO de la compañía. “Hasta hace poco, evaluar el estado de estas tuberías era técnicamente inviable. Ahora hemos desarrollado tecnologías que lo hacen posible, lo que nos permite abordar las fugas con mucha más eficacia”.
“El enfoque es único”, añade. “Nuestra tecnología permite no solo detectar y reparar fugas, sino también obtener información valiosa sobre el estado estructural de las conducciones. Esta evaluación proactiva del estado de las infraestructuras puede ahorrar millones en decisiones de inversión y mantenimiento”.
París: un reto paralelo
Los desafíos que enfrenta Dublín se repiten en toda Europa. En París, el riesgo de sequía ha aumentado tras las restricciones de agua aplicadas en 2018 y los déficits récord registrados en 2022, según predicciones de la OCDE. SEDIF, el mayor operador público de agua en Francia, gestiona una red de 8.000 km que abastece a 4,8 millones de personas en siete departamentos de la región.
Aunque las tasas de fuga en la región parisina están por debajo de la media global, reducir las pérdidas sigue siendo fundamental para mitigar el creciente estrés hídrico. Muchas de las tuberías principales se instalaron entre 1960 y 1990, y hasta hace poco apenas se disponía de datos sobre su estado.
Inteligencia artificial para frenar las pérdidas en París
En junio de 2025, SEDIF adjudicó a Aganova un contrato de cinco años para inspeccionar su red mediante la tecnología Nautilus, que obtuvo la puntuación más alta en una rigurosa licitación donde el rendimiento técnico representaba el 70% del criterio de evaluación, superando a varios competidores internacionales.
El contrato se centrará en aproximadamente 800 km de conducciones troncales de gran diámetro (más de 300 mm), que transportan agua hasta los principales puntos de distribución. Las capacidades diagnósticas avanzadas de Aganova permitirán obtener datos precisos sobre el estado de estas infraestructuras, priorizando así las inversiones más urgentes.
“Esta colaboración con Aganova representa nuestra apuesta continua por la tecnología de diagnóstico más avanzada, que nos permite optimizar la gestión de nuestra red y tomar decisiones de inversión basadas en datos”, afirma Delphine Alrivie, responsable de gestión de activos de red en SEDIF.
Por su parte, Marcos Barrera señala: “Este es un hito importante para Aganova. Estamos encantados de trabajar con SEDIF, el mayor servicio público de agua en Francia y uno de los más grandes de Europa. La escala de este proyecto demuestra la capacidad de nuestra tecnología para proporcionar los datos precisos que necesitan los operadores para tomar decisiones informadas y evitar fallos costosos”.
Detección y diagnóstico en tiempo real
El sistema Nautilus, una esfera del tamaño de una naranja equipada con sensores acústicos, es capaz de recorrer hasta 35 km diarios dentro de grandes tuberías. Utiliza análisis basados en inteligencia artificial que permiten detectar fugas con una precisión inferior a un metro. También mide el caudal, perfila la presión y detecta signos tempranos de corrosión o grietas.
“En distribución de agua hay dos activos: el agua y la tubería. Nosotros nos ocupamos de ambos”, resume Barrera. Al rastrear la formación de fugas, localizar el punto exacto donde se producen y evaluar el estado de las conducciones principales, los ingenieros pueden actuar de forma rápida y proactiva, reduciendo al mínimo las interrupciones del servicio.
Más allá de sus beneficios operativos, reducir el volumen de agua perdida por fugas contribuye directamente a enfrentar los problemas de escasez hídrica, tanto actuales como futuros. Aunque la detección de fugas no es la única solución para la seguridad hídrica de Europa, sí fortalece la resiliencia del sistema y estabiliza el suministro para comunidades e industrias.
A medida que los operadores europeos se enfrentan a una presión creciente por el cambio climático y el envejecimiento de las infraestructuras, tecnologías innovadoras como la detección inteligente de fugas de Aganova ofrecen un camino hacia una gestión del agua más sostenible y una mayor resiliencia para millones de usuarios.
